EL
MUNDO
16 octubre
2016
Silvia Nieto/Cristina Martín Frutos
"Me estoy tatuando los pezones". Seguro que la primera
imagen que a cualquiera le viene a la cabeza después de esta afirmación tan
cargada en las tintas es mi irresistible delantera cubierta por un dramático,
furibundo y retorcido tigre de bengala a un lado y una rosaleda en exuberante
flor al otro, tipo yakuza.
La
verdad es que sí, lo confieso, me lo planteé. Pero no. El aspecto del pecho es
una de las grandes preocupaciones de las mujeres que afrontan una mastectomía.
Cuando esta es radical supone la eliminación de areola, pezón, parte de piel y
una cicatriz de hasta 10 centímetros, horizontal u oblicua.
La
reconstrucción consiste en la colocación de una prótesis bajo el músculo
pectoral (la recreación del complejo areola pezón se hace a posteriori) y cada
vez tiende más a realizarse -o a iniciarse, pues a menudo se hace de forma
progresiva- al mismo tiempo que la mastectomía, por los beneficios psicológicos
que aporta a la paciente.
Sin
embargo, comenta el cirujano plástico especializado en mama Antonio Martínez
Murillo, del Hospital de Madrid Sanchinarro, la
reconstrucción no es garantía de satisfacción. "Hay que tener en cuenta
que a pesar de que el resultado sea excelente desde el punto de vista técnico,
nunca cumple al completo las expectativas. Porque siempre habrá enormes
diferencias entre el pecho original y el reconstruido", advierte.
Normal:
tienes una cicatriz visible (que tardará año y medio o dos años en quedar
estabilizada, explica Martínez Murillo) y te has quedado sin pezón. Para dar
saltos de alegría no es, vamos.
Lo peor
es que este fracaso en las expectativas se convierte en otro obstáculo a la
recuperación de un buen estado estético del pecho. Muchas mujeres pierden la
esperanza de volver a verse unas tetas bonitas y, en
consecuencia, dejan de cuidarlas.
Así que
es un alivio saber que de la consulta de la experta en micropigmentación Mar
Díaz Valle en Madrid las mujeres salen generalmente más contentas de como
entraron.
Mar
Díaz devuelve a su lugar una parte fundamental del pecho. Hablando en bruto, lo
que hace es un tatuaje que recrea visualmente el complejo areola pezón con
sensación de volumen y textura. Esto puede llegar a significar para muchas
mujeres la diferencia, ahí es nada, entre tener y no tener vida sexual.
"En
los años que llevo realizando la micropigmentación en el pecho [se formó a
principios de los años 90] he visto a muchas emocionarse e incluso llorar al
verse la areola completa, similar a la otra y con un pezón que parece real.
Muchas me han contado que llevaban años sin mantener relaciones con sus
parejas. Que la falta de esa parte de su cuerpo no les había permitido seguir
con su vida", explica Mar Díaz.
Tan
trascendental puede llegar a ser (por si acaso a alguien un pezón pudiera
parecerle algo accesorio), que el pasado año el Grupo Socialista pidió en el
Congreso que la Seguridad Social cubriese gratuitamente esta técnica (hoy por
hoy la ofrecen muy pocos hospitales) y la propia Mar Díaz, con más de 20 años
de experiencia a la espalda, forma en la materia a cirujanos.
Conocida
como micropigmentación oncológica o micropigmentación reparadora -"a mí
esta fórmula me gusta más", apostilla Mar Díaz-, incluye, además de las
areolas, las cicatrices y las estrías.
¿En qué
consiste? La micropigmentación, que puede emprenderse por regla general seis
meses tras la mastectomía, se realiza en tres fases: "En la primera se
hace una prueba de color y un test de tolerancia; la segunda es una sesión de
pigmentación donde abordamos la areola y hacemos el prediseño del pezón, y la
última es la revisión de la areola y el diseño final del pezón en 3D".
Aunque
pueda sonar singular la expresión 3D (tres dimensiones) en este contexto, lo
cierto es que es de lo que se trata: de dar impresión de volumen y realidad
incluso a un pezón que ha quedado totalmente plano. Cada sesión tiene una
duración de entre hora y media y dos horas, a excepción de la primera, más
corta. Entre sesión y sesión se suele dejar un espacio de 25 días.
Los
pigmentos que se usan, explica Díaz, son especiales para este tipo de
procedimientos: "Semipermanentes, no contienen metales pesados,
colorantes, perfumes ni sustancias que puedan ser irritantes. Todos tienen
número de registro sanitario, como si de un medicamento se tratase". El
precio está en torno a los 650 euros por areola.
Lo
dicho. Que me voy a tatuar un pezón. En el pezón. ¿Puede haber algo mas 'cool'? Jamás.
Pecho feliz en siete claves
1.
Reconstruir: sí o sí y
al momento. Según la Sociedad Española de Cirugía Plástica, Reparadora y
Estética (SECPRE), solo al 30% de las mujeres que sufren una mastectomía se les
hace reconstrucción y, de ellas, solo al 40% inmediatamente. Y eso que cada vez
más estudios muestran que es mucho mejor. Porque no es lo mismo verse plana que
con teta (aunque sea en proyecto). Así que, si está
en tu mano, exige la reconstrucción en la misma operación de mastectomía.
2.
No te conformes con la
cicatriz. Si es mala, explica el cirujano Antonio Martínez Murillo, "es
posible retocarla. Hay que operar otra vez y hacer una nueva. A menudo el
resultado es mejor, porque el estado de la paciente también lo es".
3.
Volver a hacer el
pezón y la areola. ¿Por qué? Tú no eres una Barbie de tetas
lisas, hay que reconstruir el pezón. Se suele hacer con piel más oscura sacada
de otra zona del cuerpo super discreta. La
intervención se realiza con anestesia local. Y te vas a tu casa con dos pezones
en 3D.
4.
Dar aspecto natural al
pezón. Con micropigmentación reparadora, minucioso trabajo de tatuaje que da al
falso pezón un aspecto hiperrealista. A veces se interviene también el del otro
pecho para que ambos queden iguales.
5.
Minimiza la cicatriz.
Fundamental: que no le dé el sol. Si vas a la playa, ponte protección total
incluso debajo del biquini. Usa aceite de rosa mosqueta y bandas adhesivas como
las de Trofolastín, que mejoran mucho su aspecto
(¡incluso si es antigua!).
6.
Mientras tanto, échale
pimienta. La cicatriz tarda varios años en quedar bien disimulada, por mucho
que las hagas. ¿Un encuentro 'sexy'? Usa calcomanías plateadas o doradas.
Quedan estupendas y la herida, oculta.
7.
¿Masajear o no el
pecho? La clave está en qué tipo de prótesis (lisa o rugosa) llevas. Para las
primeras está indicado el masaje tipo cizalla, para las otras, no. Si masajeas,
hazlo cada día. De no hacerlo puede crearse una contractura capsular: pecho
endurecido, sin movimiento, artificial. Y nunca masajes con máquinas. Mejor,
con tus propias manos.